31.12.14

maremoto post-milenial

Cuando las epidemias se vuelven un "resfriado común"
ya no se ven como epidemias.
Esquizoides, psicópatas, histéricos,
adoctrinados, convencidos de la certeza de que vamos por el rumbo correcto
nos acercamos al vacío, a la locura misma de pensar en reversa.

El confort inmediato de materializaciones erradas:
la lógica de la supervivencia.
En términos de normalidad: atónitos, anestesiados,
olvidando del mundo para refugiarse en la auto-compansión y narcisismo.
Pensando desde el premio y el castigo,
desde el principio divino de un destino especial por naturaleza cuya vida reditúa
el mayor de los merecimientos.

Metáforas hiperbólicas y desesperadas punzando el cerebro,
marchitando el cuerpo, abandonado para lo peor,
abandonado en el sentido opuesto,
abandonado en el azar y la necesidad.

Dejarse caer, dejarse llevar por la vida, ¡Por supuesto!
Es el sentido el que se ha distorsionado.
Estado de locura, estado de disfunción,
estado equivocado donde nos apagamos
donde nos dejamos llevar por el río de la devastación
temerosos de llegar ahí y corriendo por sobrevivir
contra-marea, desesperados.

Locus y focus del miedo y la desesperación
locus y focus en vacío,
limbo del sentido.
Informaciones mal organizadas
valores deformados,
¿Que más hay que la idea original?
todo lo demás redefine en un sentido intrascendente.

La fugacidad es todo, el vacío comienza a llenarse de sentido
la fugacidad, la tendencia microscópica a la estabilidad
el resguardo de todas las historias posibles tejiendo un manto;
inversión, toroide.

¿Estamos dispuestos a abandonar el sueño?
¿Estamos dispuestos a despertar, para vivir un sueño lúcido?
Imaginación-objetiva brillando desde dentro.
Reconfiguración.

El mayor peligro es uno mismo, uno mismo reconstruido en su ego
máscara para salir a la realidad, máscara que no se ocupa todo el tiempo.
Queriendo ser vistos en nuestra vulnerabilidad, quienes vivimos alejados de la certidumbre
de la presencia de los demás, pero sobretodo de nuestra propia presencia;
vivimos el mundo a través de los otros.
¿Estamos dispuestos a abandonarlos para encontralos
de nuevo en un mundo distinto?

Respira, calma, continúa el viaje, dejando detrás la vanidad que acompañaba viejos sueños,
viejos momentos.
Rechazo y tristeza, entrega total e imágenes de cuerpos desollados
a la orilla del río, entre ellos, el mío.